“La cooperativa es el mejor modelo empresarial, nadie se queda fuera”

20/10/2014·

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Es la Vicepresidenta de Ucomur (Unión de Cooperativas de Trabajo Asociado) de Murcia y vocal en COCETA. Pero sobre todo lleva 22 años al frente de su propia cooperativa, Lorcamur. Comenzó cuando apenas había mujeres con cargo directivo en empresas. De hecho, de las cooperativas de atención domiciliaria que surgieron en 1992 la suya es la única que continúa en la actualidad. “Han cambiado mucho las cosas desde entonces, pero todavía queda tanto por hacer”, comenta. El pasado 17 de octubre contó su experiencia a 15 mujeres que acaban de terminar el VI Programa de Atención a Dependientes, en ANEL.

— ¿En qué situación se encuentra la ayuda a domicilio?

— Muy delicada. Cuando se implantó la ley se hablaba de un catálogo importante de prestaciones económicas, pero sobre todo de servicios. El problema fue que en la práctica esto no se cumplió. El Gobierno acabó dando ayudas, pero no servicios. Si a esto añades la crisis… Actualmente con la prestación económica comen muchas familias, en lugar de gastarlo en mayor calidad de vida para los mayores. En Murcia, tras conversaciones con la Administración Pública, hemos cambiado ya algunas cosas, sobre todo después de 2012, cuando se aprobó un decreto de Leire Pajín. En Navarra, esto todavía no está pasando.

— ¿Se diferencia mucho la gestión en las distintas CCAA?

— Sí. En precio y en gestión. Cataluña va por delante. En Madrid y Murcia la situación es regular. En Navarra queda todo por hacer. Cada CCAA gestiona todo según el criterio político del momento. Si en lugar de dar una cantidad de dinero a la familia para cubrir el servicio, le dan el servicio en sí, la familia recibe igualmente la ayuda, y además, se genera empleo y se factura mensualmente a la Seguridad Social. Es mucho más beneficioso para todos. Ahora mismo no existe ninguna garantía de que el dinero dado a las familias se invierta en una persona dependiente. Se está regalando un subsidio familiar, pero en realidad es para quien lo necesita.

— ¿Usted ha visto muchos abusos en relación a este tema?

— He visto a gente mayor con prestación económica de grado 3, cobrando 500 o 600 euros, y cuidando de los nietos, porque la hija, a su vez, trabaja en la fábrica de conservas. Eso pasa en muchas casas. También he visto a familias recibir dinero de la subvención con carácter retroactivo, es decir, de varios meses juntos, y gastárselo en una televisión de plasma. Me pongo muy mala cuando el dinero público se gestiona de esta manera.

— La Atención al Domicilio suele llevar consigo dos realidades negativas, la falta de profesionalización del personal y la economía sumergida. ¿Qué hay de cierto en ello?

— Los usuarios no le dan importancia a la formación. Empezamos en el sector hace 22 años. Antes cualquiera podía ejercer de esto e incluso las personas con menor formación se encargaban de cuidar de los demás. Esa creencia continúa en la actualidad. El binomio de mujer cuidadora sin estudios. Esto ocurre porque la ayuda a domicilio ha estado muy mal explicada. No somos limpiadoras, somos cuidadoras. Muchos familiares prefieren ver los cristales limpios antes que ver a sus padres de paseo y al aire libre. La familia da órdenes para que se limpie la casa, no para cuidar. Cuesta mucho cambiar, cuando ya se ha creado esa falsa idea desde hace tantos años.

— ¿Cómo podemos combatir la economía sumergida?

— Puedes denunciarlo, pero sinceramente el gobierno ya lo sabe y mira hacia otro lado. La familia debería recibir algún beneficio por contratar a un cuidador, por ejemplo mayor desgravación en la Declaración de la Renta. Sólo así las familias estarán más motivadas para contratar a gente. En este aspecto nuestra situación es muy complicada.

— Es un trabajo generalmente de mujeres. ¿A los hombres no les interesa este tipo de empleos?

— Cada año nosotras creamos un catálogo de cursos, cuatro o cinco de formación continua, enfocados casi siempre a mujeres. Los hombres no están por la labor. Hay 5 chicos en un grupo de 96 trabajadores. No podemos borrar de un plumazo nuestro pasado rural. Nuestro pudor. Es un trabajo enfocado para mujeres, pero porque lo hemos hecho así. Una señora no va a permitir que un chico le limpie.

— Y sin embargo, hace 22 años que usted es directiva. Una mujer en un mundo de hombres. ¿Ha vivido situaciones difíciles?

— Muchas. Cuando he ido al banco a negociar una póliza o a una reunión con la Administración Pública, me han preguntado bastantes veces dónde está mi jefe. Ahora, sabiendo lo que sé, creo que es una cuestión de imagen. Si vas con vaqueros, zapato plano, la cara lavada y después de trabajar se preguntan: “¿Esta mujer está loca?”. En cambio, si dices lo mismo pero te subes a un tacón, te maquillas, te pones guapa y vas con una actitud segura, te valoran más. En 22 años he pasado por muchas cosas. Con el tiempo vuelves a reencontrarte con gente que pregunta: “¿Todavía estás aquí?” Y yo les digo: “Por supuesto”.

— ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir a las alumnas del Curso de Atención a Domicilio?

— Que el modelo cooperativo es el ideal. Es la empresa más participativa, donde todas tenemos voz y voto, podemos exponer nuestras ideas y trabajamos a nuestra manera. No hace falta convencer de nada, porque basta con ver ejemplos. Si yo trabajara en una empresa mercantil seguramente estaría en el paro. En Lorcamur nadie se ha quedado fuera del grupo, nos hemos apretado el cinturón, sí, pero todos seguimos.

— ¿Cómo será el futuro más próximo para los cuidadores?

— Mantengo la esperanza de que la situación mejore. Para eso, el sistema de ayudas debe cambiar. Más formación, más empleo, menos economía sumergida, más calidad de vida. Todo es un círculo. Nuestros gobernantes deben ver esto.

 

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