«Cooperativas a contracorriente»: valentía colectiva con raíces en Navarra

“En un mundo que se deshumaniza y que es ultracompetitivo, cooperar es una forma de emprender en poesía y lleno de ternura con las personas”. Con esta frase cargada de sensibilidad, Xabier Barón, de SiG Coop, resumía el espíritu de la mesa “Cooperativas a contracorriente”, celebrada en el marco de la Asamblea General de ANEL. Junto a él, Paula Brocos (Gráfica Brocos), Ana Lizarraga (A tu lado Zurekin) y Alejandro Aranda (Antem) compartieron experiencias reales de cómo han apostado por emprender en economía social para impulsar un modelo empresarial distinto, comprometido y profundamente enraizado al territorio.
Desde las artes escénicas, el diseño gráfico, los servicios sociales o la ingeniería renovable, todos coincidieron en algo: elegir la fórmula cooperativa no solo fue una decisión empresarial, sino un acto de coherencia con su manera de entender el trabajo y las relaciones humanas.
Emprender desde los valores
Alejandro Aranda fue el primero en intervenir. Fundador de Antem, cooperativa dedicada a la formación en artes escénicas, relató cómo el trabajo colectivo que exige el teatro resultó fácilmente trasladable al modelo cooperativo. “Crear una obra implica un proceso en equipo con distintas disciplinas. El cooperativismo era lo natural”, explicó. De origen argentino, valoró especialmente la red de apoyo de ANEL, que conoció mientras buscaba una nueva sede para su actividad: “La sensación de pertenecer a una comunidad de economía social fue un respaldo fundamental”.
Por su parte, Ana Lizarraga, impulsora de A tu lado Zurekin, relató cómo decidieron dar un giro al modelo de atención a personas con discapacidad. “Queríamos trabajar de otra forma, con una atención centrada en la persona. Eso también lo aplicamos a nosotras como socias. No todas queremos ni necesitamos lo mismo”, afirmó. En su caso, el cooperativismo representó una herramienta para vivir sus valores en el día a día: “Decidimos entre todas. Hay confianza y compromiso. Eso nos sostiene”.
En el ámbito de la ingeniería aplicada a las energías renovables, Xabier Barón detalló la génesis de SiG Coop, una consultora que nació de la confluencia de tres profesionales con trayectorias diversas. “Venía de ser autónomo muchos años. Emprender en colectivo fue como volver a tener voz y voto. Apostamos por un modelo que antepone lo solidario a lo solitario”, explicó. De hecho, su empresa arrancó con proyectos internacionales en lugares tan lejanos como Texas o Australia, pero acabó consolidando su actividad en Navarra gracias al crecimiento de las energías limpias en Europa.
Desde el sector gráfico, Paula Brocos emocionó con su testimonio. Nacida en Argentina y con una larga tradición familiar ligada a las artes gráficas, fundó junto a su marido Gráfica Brocos en Navarra. “Creemos que el mayor valor de una empresa son las personas. El modelo de microcooperativa nos permitió apostar por ellas y por un trabajo digno, alegre y de calidad”. Actualmente, su empresa da empleo a personas con discapacidad y ha evitado que se pierdan hasta tres imprentas tradicionales en la Ribera navarra.
Superar obstáculos, fortalecer vínculos
Las cuatro personas cooperativistas coincidieron en que el camino no ha sido fácil, pero que el acompañamiento de ANEL y el compromiso interno de sus equipos ha sido clave. Desde la financiación hasta la estabilidad laboral o el equilibrio emocional, los desafíos son comunes a cualquier tipo de empresa. Pero, como apuntó Ana Lizarraga, “cuando llegan los baches, estamos todas. Nos organizamos, renunciamos si hace falta, pero salimos adelante juntas”.
En el caso de Antem, su primer año fue especialmente difícil. “Tuvimos que trasladarnos de sede, hacer reformas sostenibles, pedir préstamos personales… Pero la red de Anel y la implicación de nuestras alumnas y alumnos lo hizo posible”, relató Alejandro. Incluso llegaron a recibir financiación directa de su propio alumnado, como muestra del fuerte lazo social creado a su alrededor.
Por su parte, SiG Coop ha evolucionado de ser una empresa con proyectos en el extranjero a integrarse plenamente en el ecosistema navarro. “Ahora devolvemos lo que recibimos. Participamos en la Junta Directiva de ANEL y en otros clústeres para llevar esta visión empresarial a más foros”, apuntó Barón.
Economía local, impacto social
“¿Qué puede aportar una cooperativa a su entorno?”, preguntó el moderador. Las respuestas fueron claras: además de empleo estable y servicios de calidad, un compromiso con la comunidad.
Ana explicó que en su cooperativa, además de dar apoyos a personas con discapacidad, se generan oportunidades para que ellas también puedan ayudar a otros. “El voluntariado da sentido, pero muchas personas no tienen la oportunidad de ayudar. Nosotros se la damos. Eso es desarrollo social”.
En el caso de Gráfica Brocos, su arraigo es literal: “Adoptamos a los anteriores dueños de la imprenta como parte de nuestra familia. Conservamos el oficio, creamos empleo y colaboramos con asociaciones locales”.
Alejandro destacó cómo su actividad teatral ha llevado cultura a lugares de Navarra donde nunca se había representado un musical. “Democratizamos el acceso a la cultura. Lo hacemos con calidad, con compromiso artístico, pero también con conciencia social”.
Apostar por lo colectivo
Para cerrar la mesa, se les pidió un consejo para quien esté pensando en emprender de forma colectiva. Todos animaron a hacerlo. Alejandro lo resumió con claridad: “El miedo no es perder el control, es compartirlo. Y eso es un alivio”. Ana fue más directa: “Hazlo. Hay mucho colchón, y ANEL es un pilar para hacerlo realidad”. Xabier lo expresó en forma de poesía: “Cooperar es ternura entre personas. Y emprender así, es hacerlo con alma”. Paula, por su parte, celebró que gracias a su experiencia ya han motivado a nuevos emprendedores a crear su propia cooperativa en Tudela.
Como conclusión final podemos apuntar, por tanto que, en tiempos de incertidumbre, estas voces reafirman que otro modelo económico es posible. Uno que apuesta por las personas, el territorio y el cooperativismo en Navarra.
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